domingo, 5 de mayo de 2013

"MUSEO DE LAS INTERVENCIONES"

RecorridoEl paseo por la planta baja del ex Convento de Churubusco comienza en el portón de campo, que da acceso al portal de peregrinos, donde se puede observar un retablo tallado en madera, estofado, policromo y con hojas de oro, que representa las ánimas del purgatorio. Ambos lugares servían como tianguis de semillas a los que acudían habitantes sureños de la Nueva España que iban hacia la ciudad de México.

Le siguen el patio de servicio, las caballerizas, los chiqueros y el patio menor, donde los frailes platicaban con las personas que vivían cerca del convento. En el patio de servicio se hacían también algunas labores relacionadas con la preparación de alimentos, además de que era paso obligado para la huerta.

En la huerta se sembraban hortalizas y se cultivaban árboles frutales para la alimentación de los frailes o novicios, mientras que el aljibe era la fuente provisoria de agua potable para la comunidad. Debe recordarse que los frailes controlaban y dotaban del líquido a los vecinos de Churubusco. Surtían también el líquido a los lavaderos.
Otros espacios como la cocina, despensa, alacena, refectorio y anterrefectorio servían para preparar y consumir sus alimentos. Así también ocurría en el patio de servicio, donde se preparaban los alimentos.

El baño de los placeres era un espacio en el que los dieguinos utilizaban para conservar la salud del cuerpo, a través duchas y vapores. No obstante, su uso se restringía a la comunidad religiosa exclusivamente.

El claustro bajo, la antesacristía y la portería eran lugares públicos, ya que la vida de la comunidad se continuaba hasta el interior del propio convento, lo que no ocurría en la sala de profundis, donde los moradores se reunían para llevar al cabo una parte de su vida religiosa y de gobierno interior.

En la planta alta del ex Convento de Churubusco, se aprecia el cubo de la escalera, en cuyos muros hay pinturas al óleo de gran formato. Un par de piezas tienen escenas de la vida de San Francisco de Asís, que fue fundador de la orden franciscana. Se trata de las piezas El tránsito de San Francisco y San Francisco como el Profeta Elías. Otra pintura representa La Elevación de San Juan Nepomuceno.
En el pasillo del claustro alto, los estudiantes se preparaban para ser frailes sacerdotes y podían estudiar, charlar y repasar en comunidad sus lecciones. Además, era un sitio donde se rezaba el rosario a determinadas horas del día y de la noche. En los muros cubiertos en mosaicos de Talavera, están grabadas las estaciones del vía crucis.
La entrada al coro de la iglesia permitía a los frailes compartir con la comunidad aledaña los oficios religiosos, a través de un portón que se dispuso para ello.

Un sitio donde los frailes dieguinos realizaban ceremonias religiosas era la capilla doméstica, en la que existía un altar y algunos nichos y donde debieron estar algunas imágenes de santos y de vírgenes, además de una completa decoración de pintura mural.

Por último, las celdas eran pequeños cubículos donde los frailes dormían y tenían objetos personales, como camastro, libros, ropa y una mesa para leer y trabajar. Un hoyo adosado al muro, les garantizaba una iluminación adecuada para la revisión de textos.

Paseo histórico
A lo largo de 10 salas, el visitante encuentra una explicación clara de los procesos históricos y de las intervenciones armadas en México, que ocurrieron de mediados del siglo XVIII a las primeras décadas del siglo pasado.

Las salas se dividen en: Introducción, Independencia, Intervención española, de 1829, Intervención francesa o guerra de los pasteles, de 1838 a 1839; Intervención norteamericana, de 1846 a 1848; Intervención francesa, de 1862 a 1867; República restaurada; Porfiriato; Revolución e intervención norteamericana, de 1914 a 1916.

Los hechos y acontecimientos se ilustran con gráficos, pinturas, litografías, grabados, fotografías, mapas documentos, armas de fuego –cañones, fusiles, pistolas, balas, sables, espadas, marrazos y machetes- y textiles –banderas, guiones y uniformes-.

Además, con indumentarias –condecoraciones, medallas e insignias-, esculturas y objetos varios -joyería, cerámica y muebles-, que en combinación con algunas reproducciones recrean museográficamente los hechos históricos.
Sala de introducción. Se reconstruyen las formas de resistencia que se adoptó en México, ante las intervenciones extrajeras y los orígenes del expansionismo norteamericano.

Sala de Independencia. Se explica la forma en que la Nueva España consigue su independencia política de la Corona Española y la integración del gobierno del General Guadalupe Victoria.

Sala de la intervención española, de 1829. Se rememora el imperialismo oficioso en que incurrieron los embajadores estadounidenses Joel R. Poinsett y Anthony Butler, quienes trataron de convencer al gobierno mexicano de vender el territorio de Texas. Se explican las intrigas y chantajes de esos personajes que culminaron con el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y la posterior declaratoria de guerra del Presidente James K. Polk.

Sala de intervención francesa o Guerra de los pasteles, de 1838 y 1839. Se expone la forma en que ese país europeo trató de imponer un tratado comercial desventajoso para México y la forma que utilizó la presencia de su armada en aguas de Veracruz. De igual forma, la capacidad de negociación de los mexicanos para resolver el conflicto, a través del derecho internacional.

Sala de la intervención norteamericana de 1846 a 1848. Se presentan las razones por las que se perdió el territorio de Texas, que al anexarse a los Estados Unidos propició el inicio de la guerra México-Estados Unidos. Además, la resistencia de nuestro ejército por los frentes norte, oeste y centro del país y la conclusión de la guerra con la firma de los tratados de paz, en los que México perdió más de la mitad de su territorio. Incluso, la cesión de la Mesilla, que fue la última mutilación del territorio nacional.

Sala de la intervención francesa de 1862 a 1867. Se hace hincapié en la lucha liberal y conservadora que hizo posible la presencia armada de las potencias acreedoras y después, la intervención formal de las fuerzas francesas, que invadieron la mayor parte de nuestro país. Se destaca la figura del Presidente Benito Juárez, como un símbolo de la defensa de la soberanía nacional.

La pretensión de los franceses era imponer un protectorado en México, a cargo de un príncipe europeo, pero existió resistencia a cargo de los republicanos sustentado en contingentes populares. La suma de lo anterior y de las condiciones que impidieron la supervivencia del segundo imperio, determinó el triunfo de la República.

Sala de la República restaurada. Pese a que no se expone ninguna intromisión armada, tiene por objetivo el mostrar que a partir del discurso liberal nuestro país fue objeto de inversiones extranjeras, una vez que ingresó al mercado internacional como un país productor de materias primas. Lo anterior, debido a que los recursos naturales son sólo insumos que alimentan a las grandes industrias de los países industrializados.

Sala del Porfiriato. Se abordan los 30 años del régimen de Porfirio Díaz, en donde nuestro país se integró a un discurso modernizador, que se volvió en el punto más alto en la consolidación de las políticas económicas y sociales. Con ello, es fácil comprender los antecedentes que dieron origen al levantamiento armado de 1910.

Sala de La Revolución. Se aborda el proceso de la Revolución Mexicana, con su estallido social en 1910, además se explican las medidas que se adoptaron respecto a las relaciones que se asumieron con los grupos alzados y con el exterior.
Sala de la intervención norteamericana, de 1914 a 1916. Se abordan los intereses económicos de Estados Unidos y su apoyo al régimen dictatorial de Victoriano Huerta, en un primer momento, el cual luego rechazaron mediante una intervención armada en el puerto de Veracruz, cuya intromisión resistió nuestra Marina y nuestro pueblo.

Sala de la Colección Churubusco. Pese a que no se abordan hechos relacionados con las intervenciones, se muestran colecciones importantes de arte novohispano, integradas por pinturas atribuidas a Juan Correa, Cristóbal de Villalpando y Nicolás Rodríguez Juárez, así como otras anónimas, que en su conjunto son representativas de la plástica novohispana.

Complementan el espacio anterior, esculturas y tallas en madera que representan ángeles, santos y vírgenes, que son de una alta calidad artística efectuados a lo largo de 300 años del virreinato.










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